Vivir Melk con Riverside entre historia, arte y sabores.


En el corazón de la Baja Austria, asomada a las majestuosas aguas del Danubio, se alza Melk, una pequeña joya enclavada en el valle de Wachau, una de las regiones más fascinantes y evocadoras de Europa.

Las excursiones propuestas por Riverside representan una oportunidad única para sumergirse en la historia milenaria, el arte barroco y las auténticas tradiciones de esta tierra. Desde las murallas medievales del Castillo de Artstetten, guardián de la memoria de una de las más grandes dinastías del Imperio Austrohúngaro, hasta la magnificencia de la Abadía de Melk, símbolo absoluto del barroco europeo, cada visita es un viaje en el tiempo y en los sentidos, entre espiritualidad, arquitectura y sabores locales que revelan la esencia más pura de Austria.

El Castillo de Artstetten domina un paisaje suave y ondulado, rodeado de bosques y valles que parecen suspendidos en el tiempo. Sus orígenes se remontan al siglo XIII, cuando nació como una fortaleza medieval, para transformarse, con el paso de los siglos, en una espléndida residencia nobiliaria. Su historia se entrelaza con la del Imperio de los Habsburgo: en 1823, el emperador Francisco I, suegro de Napoleón, lo adquirió como una de las catorce residencias que poseía en un radio de veinte kilómetros. Sin embargo, fue con el archiduque Francisco Fernando, sobrino del emperador, cuando el castillo adquirió un valor especial. Aquí, lejos del esplendor y la rigidez de la corte vienesa, encontró su refugio familiar junto a su esposa Sofía, en una vida cotidiana serena e íntima. Tras la tragedia de Sarajevo en 1914, que marcó su final y el inicio de la Primera Guerra Mundial, Artstetten se convirtió en un lugar de memoria, un símbolo de continuidad y devoción. Hoy en día, una descendiente directa del archiduque sigue viviendo entre estos muros, dedicada al cuidado de la finca agrícola y a la conservación del patrimonio histórico y natural que rodea la residencia.

La visita guiada al castillo ofrece una experiencia rica y sorprendente. Además del relato de la historia familiar, los visitantes descubren cómo Artstetten fue un lugar pionero para su época, dotado de innovaciones extraordinarias como un baño interior, un ascensor e incluso una piscina cubierta. Detalles que revelan el encuentro entre pasado y modernidad. El recorrido culmina en el Museo dedicado a Francisco Fernando, donde documentos, retratos y objetos personales narran con gran intensidad la vida y el destino de un hombre cuya muerte cambió para siempre el curso de la historia europea.

Tras haber respirado la atmósfera recogida de Artstetten, el viaje continúa hacia Melk, donde se encuentra una de las maravillas absolutas de Austria: la magnífica Abadía de Melk. Fundada en 1089 por monjes benedictinos, domina el valle desde un alto promontorio, ofreciendo panoramas espectaculares sobre el Danubio y los viñedos que se extienden hasta donde alcanza la vista. Aún hoy, los monjes viven y trabajan dentro de la abadía, cultivando la tierra y gestionando la escuela más antigua del país, muestra de una tradición educativa y espiritual que no se ha interrumpido en casi mil años.

Entrar en la Abadía de Melk significa sumergirse en un triunfo de arte y luz. La biblioteca, con su majestuosa sala que alberga más de dieciséis mil volúmenes y un techo fresco de extraordinaria belleza, es un lugar que encarna el saber y la cultura europea. La icónica escalera de caracol que la conecta con los pisos inferiores, con su elegancia armoniosa y matices dorados, es una de las imágenes más fotografiadas de toda la Wachau. Y luego está la iglesia abacial, suntuosa y luminosa, donde el oro, el mármol y la música se fusionan en una experiencia mística y sensorial que deja sin palabras.

Riverside ofrece diversas formas de vivir esta visita de manera aún más especial. Quienes aman el ambiente navideño pueden participar en una experiencia que combina arte y tradición: tras la visita a la abadía, el mercado navideño de Melk recibe a los visitantes con aromas de canela y dulces recién horneados. Allí se puede participar en un taller de pan de jengibre, aprendiendo a crear y decorar las célebres galletas especiadas, símbolo de fiesta y convivialidad. Una actividad que calienta el corazón y devuelve el auténtico sabor del invierno austriaco.

Para los amantes del vino, la propuesta es una cata de los renombrados vinos blancos de la Wachau, en una pequeña bodega del centro histórico. Acompañados por expertos locales, los participantes pueden degustar cuatro etiquetas representativas de la región —como Riesling y Grüner Veltliner— mientras descubren curiosidades y tradiciones relacionadas con la producción vinícola de los monjes benedictinos, quienes durante siglos han custodiado el arte del vino como un regalo de la tierra y de la fe.

Otra variante, más íntima y relajada, es la experiencia dedicada al café y la repostería local. Tras la visita cultural, se llega a una tostadora artesanal donde los maestros tostadores explican el proceso de elaboración de los granos, entre aromas intensos y fragancias que envuelven el aire. El recorrido culmina en un café histórico, con una pausa dulce acompañada de un típico postre vienés, símbolo de la elegancia y de la lentitud con la que Austria ama celebrar la vida cotidiana.

Para quienes buscan un momento de pura emoción, la excursión con concierto de órgano ofrece una experiencia inolvidable. En la penumbra dorada de la iglesia abacial, las notas del instrumento se difunden en el aire como un abrazo sonoro, transformando la visita en un encuentro con la belleza absoluta. Es un instante suspendido, en el que el tiempo parece detenerse para dejar espacio únicamente a la música y a la maravilla.

Cada excursión en Melk y sus alrededores es un viaje al alma de Austria, un entrelazado de arte, historia y tradición que une pasado y presente en un equilibrio perfecto. Riverside acompaña a sus huéspedes en este descubrimiento con cuidado y pasión, ofreciendo experiencias que no son simples visitas, sino encuentros auténticos con la cultura y la vida de un territorio único. Desde el solemne silencio del Castillo de Artstetten hasta el aroma a vino y jengibre que llena el aire de Melk, el Danubio se convierte en el hilo invisible que une emociones, recuerdos y sueños, regalando a cada viajero un recuerdo que permanece en el corazón mucho después del regreso.

Giorgia Lombardo

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