Orient Express: alta cocina con el chef Alléno


A bordo del Orient Express Corinthian, el propio concepto de viaje encuentra una nueva expresión. La famosa marca Orient Express, símbolo de elegancia y aventura desde 1883, amplía su horizonte hacia el mar, inaugurando una nueva era del lujo itinerante con el lanzamiento de su gran velero. 

A 140 años del primer tren de excepción, nace una embarcación que es a la vez un homenaje al pasado y una proyección hacia el futuro. El Corinthian, de hecho, no es solo un barco: es un palacio flotante, una obra maestra de la arquitectura naval que fusiona estética, tecnología y confort en un proyecto destinado a redefinir los estándares del turismo de élite. 

La filosofía a bordo se refleja desde el número limitado de suites: apenas cincuenta y cuatro, todas con vistas panorámicas al mar y concebidas para garantizar intimidad, silencio y atención personalizada. El servicio a bordo remite al legendario servicio de los históricos trenes Orient Express, con un personal seleccionado y formado para interpretar las necesidades de cada huésped. 

Cada elemento, desde los materiales escogidos hasta las formas del mobiliario y la disposición de los espacios comunes, está pensado para valorar el paisaje y favorecer la conexión emocional con el entorno. Las cristaleras están diseñadas como telones teatrales móviles, capaces de enmarcar el mar en todas sus variaciones y transmitir la sensación de estar constantemente en el centro de un cuadro en movimiento. 

La identidad visual y táctil del Corinthian está profundamente ligada a la excelencia artesanal francesa. Los interiores combinan la elegancia de la tradición clásica con soluciones contemporáneas, ofreciendo ambientes sobrios pero sofisticados, donde la belleza nunca se ostenta sino que se sugiere. 

En este contexto exclusivo, la propuesta gastronómica ocupa un papel central. Al frente de esta visión culinaria está Yannick Alléno, chef francés entre los más premiados del mundo, con diecisiete estrellas Michelin. Su presencia a bordo no representa solo un valor añadido, sino una verdadera declaración de intenciones. 

El objetivo no es solo ofrecer platos excelentes, sino construir, a través de la comida, un relato coherente con la esencia del viaje. Cada creación está pensada para dialogar con el movimiento, los paisajes atravesados y los productos locales descubiertos a lo largo de la ruta. 

Según el propio chef Alléno, el Orient Express representa la esencia más noble del viaje, y poder llevar su visión innovadora de la cocina a un lugar tan icónico y rico en historia es para él un verdadero honor. 

La experiencia gastronómica completa se desarrolla en cinco restaurantes, cada uno con su propia propuesta, pero todos bajo la misma dirección. No se trata de crear una oferta repetitiva o convencional, sino de construir una narrativa culinaria que se adapte al tiempo de la navegación, a la luz, al ánimo del día. 

El menú evoluciona con el viaje, y cada plato es fruto de un trabajo que tiene en cuenta la estacionalidad, la disponibilidad de materias primas en los puertos de escala y la necesidad de armonizar técnica y sencillez. 

Entre los lugares emblemáticos de esta propuesta destaca La Table de l’Orient Express, restaurante de excelencia a bordo. El ambiente es acogedor, elegante, concebido para pocos huéspedes, y ofrece una vista abierta al horizonte. 

No hay adornos ni formalismos excesivos: la experiencia apuesta por la esencia, por la calidad pura de la acogida y la cocina. Los platos ofrecidos son fruto de una investigación constante, en la que la alta técnica culinaria se pone al servicio de una narrativa que evita la autocelebración y busca emocionar con medida. 

El concepto clave es el de “terroir en movimiento”: una idea que invierte la lógica tradicional de la cocina francesa — ligada por definición a un territorio específico — y la transforma en un recorrido dinámico, donde el territorio cambia con el viaje e impone siempre nuevos retos. 

Trabajar en alta mar significa gestionar imprevistos, adaptarse rápidamente, convertir el límite en oportunidad. Alléno seleccionó personalmente al equipo a bordo, transmitiendo un enfoque orientado a la flexibilidad, al profundo conocimiento de los ingredientes y a la capacidad de interpretarlos con respeto. 

No solo refinamiento, por lo tanto, sino también rigor y concreción. Cada plato narra un puerto, una estación, un paisaje. Cada comida está pensada para acompañar un momento del día: desde el desayuno servido mientras el sol se eleva detrás de las velas, hasta el almuerzo disfrutado mientras el barco atraca en un nuevo destino, hasta la cena que cierra el día con el ritmo lento de las olas. La cocina se convierte en el hilo conductor de una narrativa hecha de descubrimientos, reflexiones y diálogos silenciosos entre el huésped y el mar. 

El Corinthian se presenta así como símbolo de una nueva era del lujo marítimo. No solo por la calidad de los servicios y la excelencia de las experiencias ofrecidas, sino también por la idea, ya rara, de que el viaje aún puede ser un acto de maravilla. 

Lejos de la lógica del turismo masivo, este velero celebra el valor de la espera, del conocimiento profundo, de la autenticidad. Cada detalle, desde la forma del barco hasta el menú del día, contribuye a construir una dimensión suspendida, donde el tiempo se dilata y las percepciones se amplifican. A través del encuentro entre patrimonio cultural e innovación, entre elegancia francesa y apertura al mundo, el Corinthian encarna una forma de hospitalidad que privilegia la belleza silenciosa, el confort medido y el saber compartido. 

En este escenario, la propuesta culinaria de Yannick Alléno no es solo una experiencia sensorial de alto nivel, sino una clave de lectura de todo el viaje. Una manera de interpretar el mar no como barrera, sino como espacio fértil de conexiones. Orient Express Sailing Yachts no construyó simplemente un barco. Dio vida a un lugar donde el viaje vuelve a tener un significado profundo, donde el placer de navegar se une a la inteligencia del gusto, y donde la experiencia se convierte, una vez más, en memoria. 

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Mara Di Dio

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