Federica Giammarioli: Del barco a la formación
Quien trabaja en un barco sabe que existe un límite muy sutil entre profesión e identidad. La vida a bordo nunca es solo un oficio: es una forma de estar en el mundo. No se trata simplemente de cumplir turnos, atender, coordinar o dirigir, sino de habitar un espacio que es al mismo tiempo lugar de trabajo, hogar, comunidad y viaje.
El barco es un microcosmos flotante, donde cada día se entrelazan roles, culturas, emociones y desafíos. Es un entorno cerrado y total, que impone convivencia, disciplina y resiliencia, pero que al mismo tiempo ofrece experiencias profundas de crecimiento y pertenencia. En este universo suspendido entre tierra y mar, entre reglas y libertad, las personas aprenden a confiar unas en otras, a leer los silencios, a gestionar la distancia. Se crece juntos, compartiendo no solo el trabajo sino también la vida, con sus ritmos intensos, sus esperas y sus descubrimientos.
Federica Giammarioli ha recorrido este mundo en todas sus dimensiones: primero a bordo, desempeñando roles operativos y de responsabilidad, y luego desde tierra, dedicándose a la formación, el crecimiento y el desarrollo de las personas. Su historia es el relato de un viaje profesional, pero también humano, un camino que une la pasión por el mar con la capacidad de comprender el alma de quienes viven ese mar cada día. En esta entrevista intentamos explorar no solo su carrera, sino sobre todo la mirada con la que la ha vivido: una mirada que transforma el trabajo en vocación y el barco en una escuela de vida.
¿Cómo nació tu vínculo con el mar? No hablo solo de la elección de empezar a trabajar en barcos, sino de la chispa: ese momento, esa persona o esa imagen que provocó la sensación de que allí, en ese mundo suspendido entre realidad y movimiento, había algo que te pertenecía. ¿Quieres contarnos de dónde surgió todo y cómo ese primer impulso se transformó luego en una profesión estable y profunda?
Fue exactamente una imagen, un verdadero flechazo… estudiaba en casa para el examen de bachillerato Técnico Turístico y durante una pausa, hojeando una conocida revista femenina, apareció la foto de un hermoso barco blanco surcando un mar que no podría ser más azul; recuerdo exactamente el momento. Buscaban personal a bordo. Nunca pensé que fuera posible, nunca había oído hablar de esta oportunidad, pero los idiomas y el turismo me apasionaban mucho. Nacida y criada en la provincia de Florencia y siempre en contacto con turistas de todo el mundo, no podía esperar a partir para descubrir nuevos lugares.
Comencé a navegar en 1995 en el Equipo de Animación apoyando al Equipo de Excursiones, y es cierto: la primera vez nunca se olvida. Las emociones del primer embarque, la espera, la confusión, la curiosidad… ¿cómo fue el primer día a bordo? Sorprendida y desorientada, cuerpo y mente revueltos por la exploración, donde incluso el hambre pasa a segundo plano. Lo recuerdo todavía: recorría el mismo pasillo intentando localizar la proa. Tenía poco tiempo para encontrar la cabina y cambiarme para recibir a los huéspedes. De algún modo conseguí ponerme una falda muy ajustada y luego, ¡bienvenidos a bordo! “cheese”… Ese es un recuerdo de mi primera tarea a bordo. No sé decir si al final del día predominaba el cansancio o el éxtasis; ambos eran fuertes y me acompañaron en ese primer paso de lo que sería un crucero interminable.
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Antes de trabajar en la formación y desarrollo de personas, viviste el barco desde dentro, en los roles y ritmos de la vida a bordo. ¿Nos cuentas qué puestos ocupaste, qué significaba vivir “de servicio” todos los días, y qué dinámicas humanas, relacionales e incluso emocionales encontraste a lo largo del camino? ¿Qué enseñanzas concretas te formaron, en lo bueno y en las dificultades, y todavía te guían hoy?
El primer mes a bordo fue un verdadero shock; pensé seriamente en rendirme, pero superada la confusión, no me detuve durante 15 años. Una pasión por el mar, la navegación, un mundo nuevo y fascinante, emocionante; y una pasión aún más fuerte por las personas fantásticas, diversas y singulares que encontré en lugares de ensueño por todo el mundo. Mi amor por el turismo me llevó lejos, y el amor por la vida a bordo y por la comunicación con los demás me hizo convertirme pronto en Cruise Director, después de haber sido Jefa de Animación y Asistente de Cruise Director. El barco no es solo vacaciones, sino un espejo donde la humanidad vacacionista refleja sus propios sueños. Se comparte su ligereza consciente, la que nace del deseo de ser felices; detrás de los ojos fascinados en los halls durante el embarque, vi personas bailar solas en pistas de salones completamente vacíos, personas que finalmente encontraban un público para realizar el sueño de actuar en las más diversas artes, conocí a quienes volvieron a amar y a quienes se emocionaron con el saludo de un oficial: “me hizo sentir importante”.
Vivir “de servicio” todos los días no es fácil cuando estás cansado; además, el Cruise Director a menudo sigue en servicio incluso cuando baja a tierra a dar un paseo, porque todos lo reconocen. Se necesita tiempo para “desconectar” y actividades que recarguen energía. Pero fue un rol que amé muchísimo y que sentí profundamente.
Recuerdo una enseñanza concreta: la primera vez que, como Jefa de Animación, me reprendieron por un error cometido por un animador de mi equipo, no fue fácil de gestionar. A los 23 años estaba acostumbrada a responder por mis propios errores, pero no por los de otros. Una de las primeras lecciones de management que todavía recuerdo. Uno de los Directores a bordo me escuchó y aconsejó con paciencia y calma.
Cruise Director
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El paso de la vida a bordo a un rol más gerencial y de planificación desde tierra es un cambio enorme: cambia el tiempo, el espacio, la percepción de las relaciones e incluso la forma de sentirse parte del barco. ¿Cómo lo viviste internamente? ¿Qué extrañaste y qué descubriste como un nuevo espacio de crecimiento? Y, sobre todo, ¿qué rasgos de tu “mentalidad de a bordo” sientes que todavía utilizas hoy al coordinar equipos, programas y proyectos?
Decidí dejar de navegar cuando me sentí saturada de ese tipo de vida y trabajo, sin arrepentimientos, con una inmensa gratitud por todo lo vivido. No fue una decisión fácil, no sabía qué haría, pero necesitaba un cambio… ¡de vida sí, pero no de sector! Y así, en los cinco años siguientes, colaboré con varios departamentos en tierra, ocupando muchos y variados roles que me llevaron a descubrir el mundo de los cruceros desde otro punto de vista. Principalmente con el departamento de Recursos Humanos como Consultora de formación del personal, Reclutadora, Coordinadora, Tutora y Docente en los cursos de formación previa al embarque para los nuevos empleados en los distintos roles del Hotel Department a bordo, rol que mantengo hasta hoy. Y con el departamento de Marketing y Ventas como Consultora de Digital PR y comunidad web, Blogger, promotora de Web Radio, Embajadora del Loyalty Program, Eventos Especiales. Un período maravilloso y dinámico que me permitió viajar mucho tanto a bordo como en tierra. Seguir la organización del crucero de cine o del crucero gastronómico, viajar en tour por ciudades italianas para actividades de fidelización de clientes y acompañarlos a bordo, apoyar a la agencia artística y gráfica en la realización del nuevo catálogo, entrevistar a los huéspedes que partían para el crucero alrededor del mundo y contar y compartir su emoción, son solo algunas de las actividades que recuerdo con mayor implicación.
Durante los años a bordo desarrollé una mentalidad proactiva, con resolución rápida de problemas, cambios frecuentes de programas, información compartida y que debía compartirse rápidamente, trabajo en equipo eficaz, comunicación multilingüe y habilidades de coordinación que me son de gran ayuda.
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Guest Interviews
Quien nunca ha trabajado en un barco a menudo imagina la vida de la tripulación como una rutina ordenada, cuando en realidad se trata de una auténtica comunidad en movimiento, formada por equilibrios delicados, convivencias intensas, momentos maravillosos y momentos agotadores. Si tuvieras que explicar a alguien que nunca ha estado a bordo la “psicología del barco”, ¿por dónde empezarías? ¿Cuáles son las dinámicas que mantienen unida a la tripulación y cuáles, en cambio, son las que pueden debilitarla?
Formar parte de una tripulación internacional para mí fue un estímulo excepcional: nuevos idiomas, muchas culturas, costumbres y celebraciones; te sientes parte del mundo y lo haces mientras viajas y regalas emociones a los cruceristas.
La armonía, por supuesto, corre el riesgo de quebrarse si falta respeto y comunicación.
Entre todos los episodios, relaciones e historias que trae la vida a bordo, ¿hay alguno que todavía lleves cerca, que recuerdes cuando ayudas a alguien a crecer, enfrentas un conflicto o acompañas a una persona en un cambio? Si quieres, cuéntanoslo no tanto como cronología, sino como una experiencia que aún te habla.
Cuando, como Directora de Crucero, emprendí el camino para convertirme en Trainer, recuerdo un comportamiento que me gustó mucho y decidí adoptar. En el aula éramos una decena de estudiantes y una de las alumnas era muy débil, casi nunca participaba y después de un par de días parecía sin esperanza. Nuestra profesora nunca dejó de creer en ella, de estimularla, incluirla y valorarla; yo, honestamente, como gran parte de la clase, ya había perdido la paciencia por los tiempos muertos que esto generaba. Bueno, increíblemente el resultado llegó y además fue duradero.
En tu trabajo actual te mueves en un contexto multicultural profundo, donde personas de decenas de países, idiomas y sensibilidades deben aprender a cooperar, comunicarse y apoyarse mutuamente. ¿Cuál crees que es el desafío más delicado cuando se trata de desarrollar talento a bordo? ¿La motivación? ¿La adaptación a la vida en rotación? ¿El sentido de pertenencia? ¿La capacidad de convertirse en líder sin perder empatía?
¡El tiempo! Es fácil desanimarse cuando todavía no se comprende ni se conoce el barco como lugar de trabajo y de vida, ni a los compañeros ni a los huéspedes. Al principio es difícil para todos: procedimientos que aprender, personas que conocer, acentos que entender. Hoy se observa la prisa por las promociones, pero no siempre se está listo. En el desarrollo creo que es fundamental darse tiempo.
Muchos jóvenes entran en el mundo de los cruceros pensando en una experiencia temporal. Tú, en cambio, eres la prueba de que puede convertirse en una carrera larga, sólida y llena de evoluciones. Si tuvieras delante a una persona que recién comienza, ¿qué tres consejos muy concretos le darías para construir un camino verdadero, duradero y gratificante?
Dar consejos nunca es fácil; a mí me ayudaron mucho la curiosidad, las relaciones y la constante alineación con mi propio “sentir”, sobre todo cuando no era fácil de escuchar.
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La formación hoy debe integrar múltiples dimensiones: competencias operativas, seguridad, calidad del servicio, comunicación, sensibilidad intercultural y gestión emocional. ¿Cómo se equilibra todo esto de manera armoniosa? Y, ¿qué señales observas a bordo para entender si un programa formativo realmente está funcionando “en la vida real” y no solo sobre el papel?
Integrar tantas dimensiones es posible, con preparación y un compromiso constante. He estado y sigo estando involucrada en el diseño de los programas ITS y he seguido su desarrollo. Son programas completos y altamente profesionalizantes que recomiendo plenamente.
Cada vez que a bordo encuentro a un exalumno, no puedo sino constatar con satisfacción las competencias adquiridas en el aula. Las señales que observo provienen de ellos: mensajes, correos, llamadas que me actualizan sobre su proceso de crecimiento y vida y, en algunos casos, sobre su rápida promoción.
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En los últimos años han llegado nuevas tecnologías, herramientas digitales, modalidades de microlearning y sistemas híbridos entre aula y trabajo en campo. ¿Cuáles de estas innovaciones han mejorado realmente la capacidad de las personas para aprender y atreverse a involucrarse? Y, ¿qué, en cambio, crees que sigue siendo insustituible en el contacto directo, en la relación, en mirarse a los ojos?
Muchas de las herramientas digitales ayudan y simplifican, aunque todavía necesitan ajustes y calibración según los diferentes objetivos. Tener la posibilidad de estudiar en una plataforma cuando se dispone de tiempo es muy útil, especialmente mientras se trabaja, así como poder simular una realidad o situación de manera virtual.
Sin embargo, considero que aprender juntos compartiendo experiencias, puntos de vista, lugares, percepciones y emociones sigue siendo insustituible. La sintonía que se crea involucra de manera más intensa todos los sentidos, optimizando los resultados incluso cuando se usan nuevas tecnologías.
El bienestar de la tripulación tiene un impacto directo en la calidad de la experiencia de los pasajeros, y no solo en el clima interno. ¿Cómo se trabaja hoy en día la resiliencia, la gestión del estrés, el equilibrio personal y la capacidad de mantener relaciones saludables en un contexto tan particular? ¿Existen técnicas, rituales o pequeños cuidados que consideres decisivos?
Los programas de bienestar para la tripulación han crecido muchísimo y los resultados son tangibles. Aún hay mucho margen para mejorar siempre más y avanzar en esta dirección, empezando por el diseño de las áreas de la tripulación.
Es importante sentirse escuchado y poder aportar al mejoramiento de las condiciones de vida a bordo, independientemente del rol que se ocupe, pero como seres humanos que comparten un mismo camino.
Mirando a los próximos cinco años, con barcos cada vez más avanzados, procesos más digitales, sostenibilidad en el centro y nuevas formas de automatización, ¿qué nuevas competencias crees que se volverán fundamentales para quienes trabajan a bordo? ¿Y cuál será, según tu perspectiva, el rol de quienes, como tú, acompañan a personas y talentos en esta transformación?
Nos enfrentamos a tiempos extraordinarios; las evoluciones, automatizaciones y procesos serán importantes de asimilar, a veces rápidamente. Las competencias técnicas específicas serán muy demandadas. Pero no dejaría de lado la creatividad, que nos permitirá aplicarlas y utilizarlas al máximo de su potencial.
Nuestro rol más alto es despertar los talentos que buscan ser vistos, infundir energía para encontrar su motivación, incluso si eso significa cambiar completamente de rumbo. Preparar. Ayudar a elegir y hacerlo siempre con el corazón, para navegar esta vida que oscila como el mar: a veces con un suave vaivén, otras con un oleaje intenso.
Gracias, Federica, por compartir con nosotros tu viaje hecho de mar, personas y crecimiento, y por recordarnos que, a bordo como en la vida, la ruta más auténtica es la trazada por el corazón.
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